Comandante asesinado en su día de descanso; van 45 policías caídos desde que estalló la guerra criminal en Sinaloa

La violencia contra las fuerzas del orden arrecia a casi un año del punto de quiebre en la disputa entre grupos armados.

Sinaloa17 de julio de 2025TrincheraTrinchera
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Culiacán, Sinaloa.— La violencia criminal en Sinaloa volvió a arremeter contra las corporaciones de seguridad. La noche del miércoles 16 de julio, el comandante Ricardo Heleno Sánchez Quintero, agente activo de la Policía Municipal de Culiacán, fue asesinado mientras conducía su camioneta particular por el bulevar Manuel J. Clouthier, en la colonia Libertad.

El ataque ocurrió poco después de las 21:00 horas. De acuerdo con los primeros reportes, Sánchez Quintero se encontraba en su día de descanso y viajaba a bordo de una Ford Ranger color rojo cuando fue interceptado por sujetos armados. Las ráfagas se escucharon a varias cuadras a la redonda y los videos del ataque comenzaron a circular de inmediato en redes sociales, generando pánico entre vecinos del sector.

Los paramédicos no pudieron hacer nada: el comandante ya no tenía signos vitales cuando llegaron. Tenía once años de servicio en la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal.

Horas antes, otro ataque había sacudido a la capital sinaloense: el comandante David Cristóbal, mejor conocido como “Nitro”, fue emboscado por un grupo armado en pleno bulevar Pedro Infante, en el sector Tres Ríos. El oficial, perteneciente a la Policía Estatal Preventiva, murió dentro de su camioneta oficial; una mujer que lo acompañaba resultó herida.

Ambos crímenes ocurrieron en menos de 24 horas y en zonas transitadas, lo que confirma una ofensiva frontal contra las fuerzas de seguridad. El asesinato de Ricardo Heleno elevó a 45 el número de agentes asesinados desde el 9 de septiembre de 2024, cuando comenzó la actual escalada de violencia.

La guerra que no cede
Desde septiembre del año pasado, Sinaloa vive una guerra no declarada entre facciones del crimen organizado. Aunque las autoridades han evitado calificarla oficialmente como tal, los indicios son claros: emboscadas, ataques simultáneos, ejecuciones selectivas, amenazas a funcionarios y un repunte sostenido en los homicidios dolosos.

Ese 9 de septiembre, un operativo en la zona serrana del estado derivó en una cadena de enfrentamientos y asesinatos que marcaron el inicio de una nueva etapa de violencia. Desde entonces, más de mil personas han sido asesinadas en Sinaloa. Tan solo en 2025, se han contabilizado al menos 600 homicidios, muchos de ellos ligados a esta pugna entre grupos rivales que buscan control territorial y rutas de trasiego.

Casos que marcaron a las corporaciones
El asesinato de “Nitro” y el comandante Ricardo Heleno se suman a una lista dolorosa de casos que han golpeado la moral de las fuerzas del orden:

15 de febrero de 2025: Un grupo armado asesinó a dos policías estatales que custodiaban un punto de vigilancia en la salida sur de Culiacán. Las armas de cargo y las patrullas fueron robadas.
27 de marzo de 2025: Tres agentes de investigación fueron atacados en un restaurante en Guamúchil. Uno murió en el lugar; los otros dos resultaron heridos de gravedad.
5 de mayo de 2025: Un convoy de la Policía Municipal de Mazatlán fue emboscado en la zona rural. Murieron cuatro elementos y los agresores se llevaron dos vehículos oficiales.
12 de junio de 2025: Un comandante de la Policía Estatal fue ejecutado en Los Mochis mientras salía de su domicilio.
La mayoría de estos casos se mantiene impune, a pesar del despliegue militar y de la Guardia Nacional. Las investigaciones avanzan lentamente y, en algunos casos, las familias ni siquiera han recibido informes formales del proceso.

Silencio, miedo y resistencia
La Secretaría de Seguridad Pública Municipal y Transito Municipal de Culiacán, lamentó el asesinato del comandante Ricardo Heleno mediante un comunicado oficial, en el que aseguró que brindarán apoyo a la familia y que la corporación “se mantendrá firme frente a los embates del crimen”.

Sin embargo, el ambiente dentro de las corporaciones es de temor. Algunos elementos han solicitado su baja de forma discreta, otros se han replegado de sus funciones operativas. La guerra entre grupos armados, que inicialmente parecía centrarse en la sierra, ahora se ha trasladado a zonas urbanas, con víctimas colaterales y una estrategia clara: debilitar al Estado desde su base operativa.

A un año del punto de quiebre, la violencia en Sinaloa no solo no ha cedido, sino que ha adquirido una nueva forma: más precisa, más audaz y más decidida a eliminar todo lo que represente un obstáculo para los intereses criminales.

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