Nos volvió a pasar: bastó una lluvia para que Culiacán colapsara

Otra vez. Una tarde con lluvia bastó para recordarnos lo frágil que sigue siendo la ciudad cuando el cielo se suelta con fuerza.



Este miércoles, una tormenta repentina convirtió calles en ríos, arrastró carros, atoró a decenas de conductores y puso en evidencia —otra vez— lo mucho que nos falta para estar preparados.

No fueron horas de lluvia, fueron minutos. Pero bastaron para que el agua subiera en puntos ya conocidos: el Pedro Infante, el Zapata, La Conquista, el Tres Ríos. Lo mismo de siempre, con un nuevo susto. Algunos autos quedaron varados, otros directamente se los llevó la corriente. Hubo choferes que tuvieron que abandonar sus carros, otros que se quedaron esperando a que alguien —autoridad o transeúnte— les echara la mano. 

Según el parte oficial, la Policía de Tránsito y los preventivos ayudaron a más de 37 automovilistas. Cierres viales, patrullajes, empujones de carros bajo el agua, grúas en acción. Todo lo que no vemos cuando el pavimento está seco. Mientras tanto, Protección Civil andaba en recorridos, echando ojo a las zonas donde el agua siempre amenaza con meterse hasta las casas. A una persona con discapacidad, por ejemplo, la sacaron de su vivienda en la Díaz Ordaz para evitar una tragedia. 

Sí, después vino la calma. Las avenidas volvieron a circular. Los árboles caídos se recogieron. Pero la escena ya estaba registrada: una ciudad que, con cada tormenta, vuelve a su punto débil. Una ciudad que se ahoga fácil.