Surutato, donde las nubes se bajan a saludarte y el alma respira hondo

Imagina que estás parado frente a una cascada que cae con fuerza entre pinos y neblina. El sonido del agua retumba en el pecho y el aire huele a tierra húmeda. A un lado, una escalinata blanca te invita a bajar, cruzas un puente rústico y de pronto sientes que la ciudad quedó muy lejos. Estás en Surutato.

Este rincón en la sierra de Badiraguato es una joya que rompe con todo estigma. Sí, estás en el municipio del que tanto se habla, pero aquí no hay corridos ni violencia, hay silencio, calma, viento fresco. Aquí lo que reina es el verde.

La diputada Verónica Avilés Rochín, presidenta de la Comisión de Turismo en el Congreso local, dice que Surutato es “una joya turística que todos deben visitar, admirar y disfrutar en familia”. Y vaya que tiene razón. Porque este lugar, a más de 1,800 metros de altura, no se vive: se respira. 

¿Qué se siente estar ahí?
Te lo cuento como si fueras tú el que va subiendo la sierra.

Vas por la carretera serpenteante, entre curvas cerradas, y de repente el paisaje cambia. Pinos altos, pasto brillante, neblina que flota entre las copas. De pronto, llegas a un mirador como el de la segunda imagen: estás sobre una roca, rodeado de barandales de madera, y frente a ti solo hay nubes. No hay horizonte. Parece que el cielo bajó a platicar contigo. 

Luego sigues y te encuentras una cabaña de ladrillo, como la de la imagen donde cuelga el letrero de “Durazno”. Te instalas, prendes la chimenea, y cuando cae la noche se escuchan los grillos, el crujido de las ramas, el murmullo del bosque.

¿Te imaginas despertar ahí? Abrir la ventana y ver, al fondo, montañas cubiertas de neblina como en la imagen con casas de techos rojos. Eso es Surutato: la sierra viva, pero en paz. 

¿Y qué se hace en este paraíso?
1. Caminar entre pinos y neblina
Aquí los senderos son suaves, rodeados de árboles que parecen guardianes antiguos. Puedes caminar sin prisa, con chamarra y termo en mano, mientras la bruma te abraza.

2. Tocar las nubes desde los miradores
Hay puntos tan altos que parece que los pies pisan cielo. La vista es como la imagen del mirador entre las nubes: nada más tú, el viento y el abismo. Perfecto para pensar, para respirar.

3. Subirte a una tirolesa o columpiarte sobre el valle
Si buscas adrenalina, hay tirolesas y columpios extremos. Como el de la foto donde una joven se balancea sobre el vacío, con un paisaje montañoso detrás que quita el aliento. Pura emoción, pura libertad.

4. Hospedarte en cabañas rústicas
Las cabañas son de ladrillo, con techo de madera, balcón con vista y chimenea. Algunas están rodeadas de árboles, otras frente a cañadas. Te sientes lejos de todo, pero cerca de ti.

5. Probar lo más sabroso de la cocina serrana
Pan de horno, café de olla, chorizo de la sierra, queso fresco y, si tienes suerte, barbacoa serrana o venado. Todo preparado en cocinas familiares, con recetas que huelen a leña.

6. Visitar el parque ecoturístico El Peñamo
Un espacio para acampar, hacer carne asada, que los niños corran, que la familia se reúna. Seguro, limpio, natural. Ideal para pasar el día.

7. Tomar fotos que parecen de otro mundo
Cada rincón es una postal. Cascadas, caminos neblinosos, amaneceres dorados. Ya sea con tu celular o una cámara profesional, vas a querer capturar todo.

8. Desconectarte… de verdad
Aquí hay zonas sin señal. Y eso es un regalo. Porque no vienes a ver redes, vienes a ver nubes, árboles, personas. A reconectar.

Surutato no es solo un lugar, es una experiencia
No te vayas con la idea equivocada de que en la sierra solo hay historias oscuras. Surutato es el otro lado del relato. El que huele a pan recién hecho, a café hirviendo, a bosque mojado. Es el rincón donde las nubes bajan a saludarte y el tiempo se olvida.

Ven, camina entre pinos, escucha la cascada, quédate en una cabaña de ladrillo y descubre por ti mismo lo que es respirar hondo… sin miedo.